¿Alguna vez pensaste que los hongos podrían ser anarquistas? pues dentro de un sentido abstracto, tal vez no existan seres más anarquistas que los pertenecientes al reino fungi. Para explicártelo, debo primero contarte desde mi experiencia, cómo me di cuenta de ello. No sé realmente en qué momento el anarcofungismo se fue apoderando de mis conexiones neuronales, solo sé que al principio fue inconsciente, debido a la falta de lenguaje y representación. Lo que sí puedo tratar de explicar es la visión en mi cerebro el día que todo cobró sentido; si pudiera describirlo, lo haría como si mis neuronas fueran un montón de piezas de rompecabezas sin encajar, dispersas unas de otras. Algunas piezas dibujaban setas, micelio en expansión, vegetación, fauna y su interrelación; y otras cuantas, temas sociales, políticos y económicos. Básicamente, mi mente tiende a divagar en esos dos mundos, en lo que yo he redefinido como parte de mi espiritualidad (mi relación con la naturaleza) y mis condiciones materiales e ideológicas dentro del momento histórico que me tocó vivir. Pero aquel término que vino amalgamando estos mundos fue el anarcofungismo.
Muy seguramente, quien me esté leyendo sea un amante, curioso o ávido conocedor del reino fungi y podrá comprender fácilmente la fascinación que le tengo a este mundo. Empezando por el concepto de la red de micelio, que ya ha sido ampliamente difundida, en el suelo de los bosques y su intercomunicación a través de las hifas. Creo que para todos fue increíble reconocer el accionar colectivo de los árboles, seres que creíamos eran individuales, reconociéndose unos a otros y ayudándose mutuamente a través del micelio. Hablando desde mi punto de vista, esto me voló la cabeza, calentó mi alma y me hizo replicar en un suspiro: “¡Qué fantasía poder ser micelio!”. Obviamente, lo pensaba en un sentido metafórico; imposible ser micelio, soy solamente una simple humana… ¿o no? Pues, al parecer, el anarcofungismo plantea una forma de relacionarnos parecida a cómo esta red de hifas se interconecta con el resto de la vida en el planeta.
Y bueno, para no alargar más la emoción, el término llegó gracias a un amigo que me mandó un video diciéndome lo mucho que me iba a “cuajar” porque sabe que lo mío, lo mío, son los hongos. Tenía por título: “El anarcofungismo”, y era un video explicativo de Chinicuil en colaboración con solarpunk_fungi (4). El título era interesante, pero como muchos vídeos, lo puse de fondo mientras me daba un baño; le di play y me adentré en las aguas calientes de mi regadera. Estaba poniéndome champú cuando resonaron las siguientes palabras desde la bocina de mi celular: “El anarcofungismo es una teoría política donde se rechazan las formas tradicionales de comunidad (la familia capitalista heteropatriarcal homogénea) en favor de sistemas comunitarios, heterogéneos, basados en la reutilización de los desperdicios, que nos hacen cuestionarnos de manera radical la diferencia entre ser humano y naturaleza. Donde las producciones en la periferia son la vía y donde es prioritario expandir nuestra mente e imaginar” (4). Básicamente, el anarcofungismo es una idea que busca desafiar al sistema de la opresión que nos aliena de nuestra propia naturaleza, la que nos rodea y nuestra relación con ella, aceptando nuestras diferencias y formando uniones simbióticas que nos permitan sobrepasar los horizontes del extractivismo y la conquista de lo otro.
¿Acaso era posible combinar aquello que admiraba y contemplaba tantas horas al día (el reino fungi) con aquello que generaba un agobio y ansiedad constantes en mi letanía? Y ¿realmente esas emociones desagradables podrían evolucionar a esperanza y a acciones encaminadas a un mejor porvenir? Haber encontrado la palabra y el significado de este concepto me brindó la capacidad de imaginar y de, con el tiempo, crear una realidad y un futuro distintos al distópico que nos ha tratado de vender e impregnar como sociedad el sistema capitalista predominante y, con esto, nos ha hecho una generación fatalista.
Corrí a mi buscador de preferencia a empaparme de lo que sea que estuviera allá afuera. Lamentablemente, no pude encontrar mucho, así que recurrí a la siempre (no siempre) confiable ChatGPT y me lanzó un proyecto de arte llamado: “The Fungi of Care: An Anarchist Manifesto” (3). En él, Riad Salameh y colaboradores retratan el anarquismo como sinónimo de cuidado. Con un claro ejemplo de nuestros amigos los hongos, quienes a través de sus conexiones y formas de supervivencia han acompañado la vida en la Tierra desde hace más de 600 millones de años por medio de sus mil maneras de vida simbiótica. “Claro, tiene todo el sentido”, pensé. Si la ideología del individualismo, de la “lucha constante por ser el más fuerte”, del “amor propio que vence todo”, donde la “autoayuda” es el opio del pueblo, es esperable que el cuidado del otro sea una idea anarquista.
Ahondando más en la búsqueda, encontré el libro “Apoyo mutuo: un factor de la evolución”, de Piotr Kropotkin, en donde refuta la idea reduccionista que muchos darwinistas trataron de sacar de contexto: “La lucha por los medios de supervivencia” (2), al instrumentalizar nuestra individualidad como una lucha constante contra el otro, tanto humano como no humano. Kropotkin, mediante el realzamiento de la importancia de la colectividad y el cuidado de unos a otros desde un impulso nato, y como él lo menciona, una ley natural: la sociabilidad, afirma que es un factor aún más importante para la evolución que la lucha incesante. Si bien Kropotkin se limita en este texto a los animales (incluyendo a los humanos) muy seguramente, al limitado conocimiento que teníamos de nuestros compas, los hongos, no podemos olvidarlos, quienes con su resiliencia y sus pactos biológicos con otras especies son los verdaderos ejemplos de ayuda mutua.
El reino fungi nos ha acompañado, cumpliendo un papel importante en la Tierra, desde el ciclo de carbono hasta el ciclo del agua. Participando en la biodiversidad como agente en la sucesión biológica para que otras especies existan y florezcan. Y aquí entramos nosotros, quienes no hemos dudado, desde tiempos inmemoriales, en aprovechar las gracias que los hongos nos ofrecen, desde sus múltiples beneficios nutricionales que alimentan nuestro cuerpo, hasta sus regalos psicoactivos que alimentan nuestra alma. Podemos inferir que han formado parte de nuestra historia gracias a hallazgos en pinturas rupestres, figurillas de barro y códices antiguos. Esto me hace preguntar qué emociones emanarían los humanos antiguos de la era paleolítica, en donde la recolección fue crucial para la supervivencia, al captar ese olor a hongo tan característico que reviste los bosques en otoño. La evocación de recuerdos de temporadas pasadas, el avecinamiento de lluvias o el condicionamiento de un refugio distinto. ¿Qué tanto nos comunicaron en tiempos lejanos sus aromas? Y ¿qué tanto ese conocimiento ha viajado a través del tiempo?
Trayendo este conocimiento a la actualidad, tenemos que mencionar a las hongueras en México, quienes emprenden su búsqueda de manjares codiciados en el centro y sur del país. Sus saberes místicos han sido parte de una herencia milenaria que solo quien escucha y conecta con el aquí y el ahora puede adquirir. Sin embargo, no es una posesión que deba ser sujeta a sincretismo, sino más bien como un vocero, como una hifa que debe enviar información a otra hifa, como el micelio que somos, pero que nos quieren hacer olvidar. Recordando esto, rememoro un texto que leí en una revista de edición especial sobre hongos de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el cual Carla Cohen (1), poéticamente, narra los lazos que trazan las hongueras de generación en generación. Asimismo, relata la cruel realidad de cómo, bajo las amenazas de la tala clandestina de árboles, las hongueras se han visto forzadas a abandonar los bosques que resguardan aquellos hongos. Añorados y desplazados de las manos de las hongueras, los cuerpos fructíferos del micelio, esperan ser recolectados para dispersar sus esporas a través de los espacios de sus canastas, pero hoy, solo les queda alertar a la vida en el subsuelo la masacre de árboles, la acumulación de pesticidas químicos de los alrededores y el empobrecimiento del suelo que se avecina.
El micelio siempre ha resistido las inclemencias de la naturaleza misma; debemos recordar esos 600 millones de años de historia. Se han adaptado e incluso han sido el factor clave de una era a otra, tal como en la era Carbonífera, cuando fueron los protagonistas en la descomposición de la materia vegetal para su posterior utilización por otras especies. Más recientemente, se ha descubierto que el hongo Aspergillus tubingensis es capaz de descomponer plástico. Como vemos, ellos se adaptan, resisten, son libres, anárquicos y colaborativos. Nosotros, los Homo sapiens, llevamos apenas unos 200 mil años en la Tierra, pero sin menosprecio, porque algo es evidente: cuando nos hemos unido, es cuando hemos resistido y evolucionado. Sobrevivimos a los fríos infernales de la era de hielo, no solo migramos juntos, nos dimos calor y plasmamos nuestra existencia en cuevas. Aprendimos a cazar en manada, a establecernos en un lugar y a plantar y cosechar nuestros alimentos, nos asistimos a parir cuando aprendimos a caminar en 2 extremidades y a cuidar de nuestras crías en comuna; establecimos relaciones con los animales que nos brindaron comida y compañía. Incluso aprendimos a escuchar al viento, a la tierra, a la lluvia y al sol y la luna. Parece que hemos olvidado todo aquello que no unió algún día, pero no es tarde, mientras la esperanza de volver a conectarnos exista, persistiremos, como los hongos, sobrepasaremos las fronteras individuales, porque tenemos derecho a imaginar mejores futuros. Seremos colectivos, seremos simbióticos, seremos micelio o moriremos en el intento.
Referencias
- Cohen, C. (2023, marzo 8). Las hongueras y sus saberes. UNAM Global. https://unamglobal.unam.mx/global_revista/las-hongueras-y-sus-saberes/
- Kropotkin, P. (1902). Apoyo mutuo: Un factor de evolución. Editorial B. Bauza
- Salameh, R. (n.d.). The fungi of care: Anarchic manifesto. Recuperado el 08 de febrero de 2024], de https://www.riadsalameh.net/the-fungi-of-care-anarchic-manifesto
- Somos Chinicuil. (n.d.). Anarcofungismo. Recuperado el 08 de febrero de 2024, https://somoschinicuil.github.io/anarcofungismo.html