Cada vez más experimentamos la realidad como un síntoma de agotamiento, como un llamado desesperado a la acción y la urgencia (...) Nos cuesta trabajo porque nadie nos educó para eso
Extracto del libro: Navegar el colapso
Este texto, está dirigido a quienes habitamos en el Norte de México. Desde hace algunos años vengo pensando que en esta región del país existen pocos espacios para responder esta pregunta. En mi experiencia personal como educador ambiental y como persona interesada en ayudar a combatir las problemáticas socio-ecológicas a las que nos enfrentamos, he tenido que recurrir a espacios en el centro y sur del país.
Mi primer diplomado en educación ambiental lo curse de forma virtual ofertado por la Agenda Ambiental de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Posteriormente, continúe interesado en seguir aprendiendo y en profesionalizar mi práctica en educación ambiental, y fue así, que gracias a la recomendación de mi amigo Roberto, inicie en 2020 la Maestría en Educación para la Interculturalidad y la Sustentabilidad en la Universidad Veracruzana. Ambas experiencias han sido cruciales para las actividades que realizo en organizaciones civiles y colectivos.
En el libro “Navegar el colapso”, los autores mencionan: “Cada vez más experimentamos la realidad como un síntoma de agotamiento, como un llamado desesperado a la acción y la urgencia. Pero la mayoría somos incapaces de lidiar con la complejidad, la dimensión, escala y temporalidad del colapso; nos cuesta trabajo imaginar, diseñar y echar a andar las acciones políticas, económicas, sociales y culturales necesarias para un futuro distinto. Nos cuesta trabajo porque nadie nos educó para eso”.
Actualmente, en el caso de Nuevo León, las acciones que realizan algunas personas y colectivos, como esta plataforma educativa de Mycocultura y el Movimiento #Unríoenelrío, son espacios muy valiosos para el aprendizaje socio-ecológico, la creación de nuevas relaciones con la naturaleza, y la defensa política de los espacios naturales.
En Coahuila, el Colectivo Si a la Vida en General Cepeda, el Frente Feminista y el Cine Pirata en Saltillo, son luchas y espacios que también nos invitan a ver por la defensa del agua, los espacios públicos, y el derecho al aborto, entre otros temas. De sus procesos y acciones podemos aprender activistas, educadores ambientales y todas las personas interesadas en estas causas. Aprender en el actuar.
Sin embargo, creo necesario que sigamos creando espacios para formarnos y deformarnos, para reflexionar y accionar, y sobre todo para continuar desarrollando un gran músculo colectivo que señale y presione a los responsables de las problemáticas socio-ecológicas que enfrentamos, que materialice las alternativas que existen y las que estamos construyendo para vivir distinto, y para articular un gran movimiento socioambiental en el norte del país. La buena vida y la sustentabilidad de la región dependen de ello.
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