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Imaginarnos hongos: una mirada fúngica al Río Santa Catarina

Este no es más que un ejercicio ficticio. Mi intención es dislocarnos de nuestro antropocentrismo por un rato. A sabiendas que esto tiene sus limitantes, somos humanos y nuestro entendimiento está atado a nuestros modos de comprender el mundo. Jamás podremos ser hongos, ni sentir cómo ellos su vivencia, pero podemos imaginar.
 
Entonces, ¿a qué me refiero con antropocentrismo? hablo de un modo específico de ver nuestra vida. De aquel que no solo nos coloca en el centro y la cúspide, sino que nos eleva de la tierra. Entes por fuera de los límites terrenales… desterrados. Hablo de aquella visión acelerada que intenta huir de la naturaleza, incluso de la suya. Hablo del hombre y mujer que cree hacerse “a si mismo y a si misma”, que trata de independizarse de todo en búsqueda de su “mejor versión” y su “yo supremo”. Me refiero a la figura de hombre y mujer que se asume moderna, capitalista, colona y patriarcal que cree que el mundo está a su servicio y con tal certeza toma lo que necesita o cree necesitar a costa de la vida de otros y de su misma existencia.
 
Por eso les propongo imaginarnos como hongos, donde los supuestos fundamentos tan sólidos del “ser humano” no pueden interrumpir. La apertura a la imaginación, distante a la complejidad humana amplia las posibilidades de creación. En ese sentido ¿Cómo sería ser un hongo que habita el Río Santa Catarina? Si yo fuera un hongo, nacería de una espora y dependería del viento, el agua o de algún animal que me traslade a un propicio lugar. Tal vez un castor americano me lleve en sus patas, posiblemente me deposite en uno de esos troncos varados en la orilla del Río, uno de esos muchos que Alberto dejó como recordatorio de su paso. Podría ser que, con tanta lluvia, las semillas que aguardaban en el suelo germinaran y con sus cuerpos le brindaran suficiente sombra al tronco que ahora sería mi hogar y alimento.
 
Como soy un hongo, necesito de una buena ventilación que me permita intercambiar este dióxido de carbono que emano constantemente por oxígeno. Los árboles del bosque ripario que aguarda el río me proporcionarían esta función, claro, siempre y cuando fuerzas mecánicas y motorizadas no vengan a arrebatarles la vida. Con el pasar del tiempo esta madera dura que vendría desintegrando día con día pronto sería alimento y casa para algunos insectos. Tal vez milpies y cochinillas vengan a refugiarse conmigo. Seguramente algunas termitas quieran formar su nido cerquita de mí y en una de esas hasta se alimenten de mi propio cuerpo. Si las condiciones siguen siendo propicias, en una tarde de verano decidiré desembocar mi descendencia y me transforme en una seta para terminar con mi ciclo y expulsar a los vientos millares de esporas que viajarán a través de otros entes vivos y no vivos a otros troncos varados en el Río o más allá de él. Con suerte algún humano me encuentre, me arranque con sus manos y deguste de mi carne.
 
Cadena trófica, cadena alimenticia, ¿Qué es una cadena? una cadena está formada por una serie de eslabones sujetados entre sí. Por mucho tiempo se definió a la cadena alimenticia como un sistema lineal, vertical. Un ser depredador y dominador que se alimenta del que está debajo. Me pregunto si podría verlo de esa manera, siendo un hongo, no lo puedo creer. La madera que consumí me sostuvo, no fue solo mi alimento, fue mi hogar. Todo mi cuerpo se esparció a través del tronco. Sí… fuimos seres separados pero entrelazados tan íntimamente que sin él, mi existencia colapsaría y con ella, en crisis se encontraría toda la serie de eventos y los seres que los formaron suscitados posteriormente a nuestro encuentro. Un eslabón perdido que rompe la continuidad de toda la cadena.
Como humanos, tenemos que aprender a mirar como los hongos, voltear a observar aquello que nos sostiene con vida: lo elemental, sí los ciclos de lo orgánico y lo inorgánico. El oxígeno que respiramos, el carbono que sostiene nuestras paredes celulares, el nitrógeno que fijan las bacterias en los alimentos que comemos y el fósforo que compartimos de eslabón en eslabón.
 
Toca Re-conocer los ciclos elementales que reproducen la vida para recordar sus tiempos, para alentizar nuestra producción y consumo y detener los proyectos de muerte que perturban los ciclos y nos violentan a su paso en nombre de un ente que, cual lobo disfrazado de cordero vino a parasitar nuestros cuerpos y mentes, hablo del capital que junto a sus artilugios de progreso y modernidad quiso hacerse pasar por esencial pero no cuadra, no encaja en ninguna cadena vital.
 
Toca pensarnos y sentirnos, no como hongos, ni como otro ser, sino como humanos. Es momento de bajarnos de esa cúspide delirante y recordarnos como eslabones, cuerpos terrenales y vulnerables a nuestro contexto natural, pero capaces de resistir, preservar y reproducir la vida a base de cuidados y colaboración mutua tanto con nuestra especie como con otras.
 
Celebro y agradezco a todos los colectivos, a la organizaciones y a todas las personas que han conectado con el Río por hacer de estos espacios un evento de imaginación colectiva, donde a todo pulmón se grita “otros mundos son posibles” en compañía del Santa y las especies que le acompañan.. Que me ha permitido a mí y a todos los presentes imaginarnos como hongos y reconocernos a través del Río para cuidarnos y sostenernos en colectividad.
Este texto formó parte de las reflexiones en el Festival del Río convocado por los movimientos Un Río en el Río, Viaje al Microcosmos, Zenderio y La Bola, llevado a cabo el 15 de diciembre del 2024.
 
Este texto se ha inspirado en los encuentros donde el dolor, la rabia, la angustia, pero también la alegría, el gozo y la esperanza han tenido un lugar. Me refiero al Río Santa Catarina, el emblemático cuerpo de agua que cruza toda la zona metropolitana, que queriendo ser olvidado por quienes es explotado, resurge de la memoria gracias a la iniciativa de Un Río en el Río y todas las colectivas y personas que forman parte de la resistencia en Monterrey.
 
Además, las obras: Ausencias y Extravíos de Yayo Herrero y El Hongo al final del mundo de Ann Tsing han sido trabajos que me han inspirado profundamente. Los recomiendo bastante sobre todo, si lo tuyo es la ecopolítica y los ecofeminismos.
Alex Espitia Pérez
Alex Espitia Pérez
Soy fungicultora y micóloga autodidacta desde el 2020. Inspirada en la ecología política incursioné en el activismo medioambiental desde el 2024 y fundé Mycocultura en el mismo año. Actualmente me dedico a la divulgación del mundo de los hongos que habitan en Nuevo León desde un enfoque multiespecie con ayuda de mis colegas micólogas.

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