Fotografía y edición: Alejandra Espitia
Los conceptos, como el de salud mental, no son neutrales, sino que están moldeados por contextos geográficos, temporales e ideológicos
En los últimos años, la salud mental ha cobrado una relevancia creciente. Sin embargo, ¿qué significa realmente este concepto? En realidad, es polisémico y no existe consenso sobre su significado. La respuesta que obtenemos a esta pregunta varía considerablemente dependiendo de a quién se la hagamos, y de acuerdo a cómo definamos salud mental será cómo buscaremos remediarla. Si la percibimos como una responsabilidad individual, su remedio será individualizado. Por otra parte, si la percibimos como una responsabilidad comunitaria, su remedio será colectivizado.
Podemos contextualizar un poco el concepto con ayuda de la revisión de sus raíces. Según Bertolote (2008), históricamente, el término de ‘salud mental’ como disciplina se registra a partir del año 1946, lo que lo convierte en un concepto relativamente reciente. Antes de esa fecha, se encuentran referencias a otro término: higiene mental.
Este concepto surge desde 1908 en la obra A mind that found itself (Una mente que se encontró a sí misma) escrita por el estadounidense Clifford Beers, quien reflexiona sobre su propia experiencia en tres hospitales psiquiátricos. Con base en lo expuesto en este libro, se formó la Comisión Nacional de Higiene Mental, que buscaba principalmente mejorar la atención de las personas con trastornos mentales. Posteriormente, la Comisión comenzó a destacar la importancia del trabajo preventivo y del impacto de las condiciones ambientales y los modos de vida sobre el estado mental de las personas.
Lo que visualizaban atender las higienistas mentales no era un paciente individual, sino una comunidad entera. Consideraban a cada persona de la comunidad como un ser individual cuyos estados mentales y emocionales se determinaban por factores causales y cuya necesidad era la prevención más que una cura. Su intención era ser una respuesta comunitaria organizada para la necesidad que reconocían.
Sin embargo, hoy en día, es considerablemente más común el concepto de salud mental por encima del de higiene mental. La distinción entre estas dos ideas fue discutida en 1948 en el Comité de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se definió que la higiene mental son las actividades que fomentan y mantienen la salud mental. En contraste, se concluyó que la salud mental permite a una persona integrar sus impulsos para lograr mantener relaciones interpersonales armoniosas y participar en cambios constructivos en su entorno. Aún así, algunas propuestas de los partidarios del concepto de ‘salud’ mental se solapaban con lo que ya implementaban los higienistas mentales.
Es importante recordar que este debate ocurrió en un contexto de posguerra, por lo que la experiencia de cada país podía influir en lo que destacaban como esencial en su propia definición.
Finalmente, el concepto de salud mental prevaleció y, en la actualidad, la OMS la define como “un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad” (p. 1).
A través de la evolución de este concepto, podemos notar cómo ciertos valores han sido enfatizados o minimizados según el momento histórico. En sus inicios, al surgir el concepto de higiene mental, es notable una visión comunitaria al respecto, pues se reconocía el impacto de las condiciones ambientales sobre el estado mental de las personas.
La higiene mental consideraba el trato digno, la nutrición y las condiciones favorables de vida como esenciales para el bienestar mental, factores grandemente determinados por la estructura social y condiciones ambientales.
Ahora bien, con la evolución hacia la definición actual, la comunidad y el entorno se pierden como algo causal y se transforman hacia lo individual. Esto lleva a que se visualice esta relación como unidireccional, en lugar de bidireccional, y se destaque al individuo como responsable principal de su salud mental. Si bien la definición de la OMS menciona la contribución a la comunidad, en la práctica, este aspecto se aborda poco.
Pero entonces, ¿se puede alcanzar la salud mental sin una comunidad saludable?
Si trasladamos la definición de la OMS a nuestro contexto en Monterrey, caracterizado por tener desafíos como desigualdades socioestructurales, problemas ambientales, problemas de seguridad, entre otros, ¿una persona mentalmente sana es simplemente aquella que se adapta a un contexto desconectado de la naturaleza y de la noción de comunidad?
Si la respuesta es sí, y la meta final es la adaptación, entonces ¿la terapia debería limitarse a enseñar herramientas de desensibilización para tolerar un entorno que en sí mismo es desregulante y nocivo para la salud?
Si entendemos a la persona individual como única responsable de su salud mental, corremos el riesgo de dar herramientas que desensibilizan e invisibilizan los factores de riesgo ambientales. Este enfoque puede llevarnos a responsabilizar únicamente al individuo de su bienestar, sin considerar las condiciones estructurales que lo afectan.
¿La terapia debería enfocarse en darle a los consultantes herramientas para que acepten las cosas como están, en lugar de apoyar su sentido de agencia? Si una persona se siente ansiosa con las condiciones ambientales, ¿la solución es que deje de sentir esta ansiedad? ¿cómo se le puede ayudar sin ignorar el contexto? Estas preguntas importantes deberían estar presentes en el cotidiano de quienes ejercen la psicología tanto en instituciones como en la práctica privada.
Vivir en un entorno acelerado, con altos niveles de estrés, interacciones negativas, inseguridad, contaminación y falta de espacios verdes impacta en la salud mental. Aunque es fundamental dotar a las personas de herramientas de afrontamiento, como psicólogos hay que tener en cuenta el contexto en el cual se desarrollan nuestros consultantes. No podemos practicar la psicología e ignorar que la persona que tenemos enfrente vive envuelta en una estructura social y un ambiente particular.
A grandes rasgos, lo que quiero transmitir es que los conceptos, como el de salud mental, no son neutrales, sino que están moldeados por contextos geográficos, temporales e ideológicos. Por lo tanto, al aplicarlos debemos ser conscientes de ello, ya que aplicar teorías construidas en otros contextos, sin considerar las particularidades de nuestro entorno, puede llevarnos a soluciones incompletas o inadecuadas. Si responsabilizamos al individuo de su salud mental tenemos que cuestionarnos, ¿qué podemos estar dejando de lado? y ¿a quién le beneficia eso?
La salud mental no es una responsabilidad meramente individual, sino también social. Si nuestra meta final es el bienestar de nuestros consultantes, debemos también preocuparnos por el bienestar de la comunidad. Apoyar movimientos sociales que buscan mejorar la calidad de vida en Monterrey no sólo es un acto de responsabilidad, sino una acción que puede tener un impacto positivo en la salud de quienes atendemos. El activismo y la psicología pueden complementarse para generar un cambio significativo.
Para concluir, quiero mencionar que no se trata de ver sólo el lado negativo de Monterrey. Pero, es importante hablar de ello, orientándonos al cambio y a la acción, y viendo el potencial que tenemos de ser una ciudad más sana para todas sus personas. Es importante atrevernos a hablar de estas cosas, aunque parezcan tabúes y parezca que no tienen respuestas perfectas ni rápidas.
Si en nuestra concepción mental, el cambio no es posible, no lo será. Si pensamos que nada se puede cambiar, nuestras acciones llevarán justamente a esa falta de cambio, como una profecía autocumplida.
Es crucial desafiar esta mentalidad y abrirnos a la posibilidad de una comunidad más saludable y equitativa. El cambio comienza cuando nos atrevemos a imaginarlo y a trabajar por él.
Referencias
Bertolote, J. (2008). The roots of the concept of mental health. World psychiatry, 7(2), 113.
Organización Mundial de la Salud [OMS]. (17 de junio de 2022). Salud mental: fortalecer nuestra respuesta. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response#:~:text=La%20salud%20mental%20es%20un,la%20mejora%20de%20su%20comunidad.
Suscríbete
¡No te pierdas de nuestros eventos y publicaciones de blog!